Consecuencias de la JMJ / Imagen de twitter |
Si hoy me preguntaran hoy qué quiero ser de mayor, respondería que quiero ser peregrino. Que por qué, se preguntaréis. Pues muy sencillo. Después de ver las ventajas y facilidades dadas a todos aquellos fervorosos seguidores de Dios en la Tierra (aunque Benedicto tiene aspecto más bien de ángel caído) en su visita a España, me he dicho: “vaya, esto de ser peregrino es un chollo. Todo son ventajas”.
Por ejemplo, imaginemos por un momento que yo soy alemán, francés o italiano y que tengo interés en visitar Madrid. Me entero de que en agosto son las Jornadas Mundiales de la Juventud y que hay descuentos grandísimos para los peregrinos. Pues cojo y me pongo el disfraz de peregrino, consigo uno de esos carnets que son como una llave mágica que todo lo abre y hago turismo por la capital de España a un precio irrisorio. Si ya lo dijo Fraga: “Spain is different”.
Entre los descuentos enormes en el transporte público, la entrada gratis en museos y monumentos, los cheques de ahorro en bares y restaurantes, el alojamiento gratis en colegios, polideportivos, iglesias y otros lugares públicos, y otras ventajas económicas más, hacer turismo por Madrid ha sido una ganga para más de un millón de personas. Y aunque bien es cierto que se ha ingresado bastante dinero, si se hubiera tratado a los peregrinos como otro turista más, los beneficios habrían sido tres, cuatro o hasta cinco veces más. Y eso, en los tiempos que corren para nuestra economía, hubiera venido muy pero que muy bien.
Y mientras para los peregrinos todo son descuentos y ventajas, los que vivimos aquí no recibimos más que palos, recortes de derechos, subida de precios y gritos de “¡apretarse el cinturón!”. Y viendo esto y teniendo en cuenta el número de parados que hay y como está todo, a uno le da la impresión de que se ríen de nosotros en nuestra cara. Así que, en vez de artista como decía Concha Velasco, yo canto: “Mamá, ¡quiero ser peregrino!”.
Por ejemplo, imaginemos por un momento que yo soy alemán, francés o italiano y que tengo interés en visitar Madrid. Me entero de que en agosto son las Jornadas Mundiales de la Juventud y que hay descuentos grandísimos para los peregrinos. Pues cojo y me pongo el disfraz de peregrino, consigo uno de esos carnets que son como una llave mágica que todo lo abre y hago turismo por la capital de España a un precio irrisorio. Si ya lo dijo Fraga: “Spain is different”.
Entre los descuentos enormes en el transporte público, la entrada gratis en museos y monumentos, los cheques de ahorro en bares y restaurantes, el alojamiento gratis en colegios, polideportivos, iglesias y otros lugares públicos, y otras ventajas económicas más, hacer turismo por Madrid ha sido una ganga para más de un millón de personas. Y aunque bien es cierto que se ha ingresado bastante dinero, si se hubiera tratado a los peregrinos como otro turista más, los beneficios habrían sido tres, cuatro o hasta cinco veces más. Y eso, en los tiempos que corren para nuestra economía, hubiera venido muy pero que muy bien.
Y mientras para los peregrinos todo son descuentos y ventajas, los que vivimos aquí no recibimos más que palos, recortes de derechos, subida de precios y gritos de “¡apretarse el cinturón!”. Y viendo esto y teniendo en cuenta el número de parados que hay y como está todo, a uno le da la impresión de que se ríen de nosotros en nuestra cara. Así que, en vez de artista como decía Concha Velasco, yo canto: “Mamá, ¡quiero ser peregrino!”.
2 comentarios:
Me has convencido, apúntame a mi también.
Un abrazo.
Eso de la frase de Concha Velasco te lo ha inspirado alguién...ejjejejee o serán casualidades de la vida...jejejeje
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