martes, 7 de junio de 2011

Islandia, ¿ficción o realidad?


Había una vez una isla al norte de Europa llamada Islandia, conocida por tener volcanes de nombres raros que obstaculizaban el tráfico aéreo. Un buen día este país, que gozaba de una excelente bonanza económica hasta 2008, vio como las cosas de la noche a la mañana dejaron de ser de color de rosa. Aquel maravilloso mundo de fantasía y felicidad, construido a base de capitalismo feroz y especulación sin freno, se derrumbó.

Los banqueros quisieron hacer la casa sin cimientos y se les cayó entera. Y ello, cual castillo de naipes, empujó a los diferentes sectores económicos del país a una fuerte crisis: quebraron los tres bancos más importantes, la Bolsa se hundió más de un 70% y el Gobierno pidió ayuda al FMI. Pero entonces, un grupo de irreductibles islandeses salieron a la calle armados con cacerolas y exigieron responsabilidades al Ejecutivo. Dos meses más tarde, el primer ministro islandés, Geeir H. Haarde, dimitió.

El cambio de Gobierno no contentó del todo a los ciudadanos que seguían sumamente indignados y prosiguieron con su revolución pacífica y silenciosa. Los islandeses se negaron a pagar la deuda de su país y forzaron un referéndum en el que el 93% de la población rechazó poner dinero de su bolsillo para hacer frente a esta deuda. Además se detuvieron a banqueros y altos ejecutivos por ser supuestos culpables del desastre financiero y se creó una asamblea constituyente compuesta por 25 ciudadanos sin filiación política para redactar una nueva Carta Magna.

Esto, que tiene bastante pinta de cuento de fantasía –y podría titularse Disneislandia-, ha pasado en realidad. De hecho, ya ha sido llevado a juicio el ex primer ministro islandés, Geeir H. Haarde, acusado de “negligencia grave” por no poner remedio a la crisis. Pero claro, todo esto no interesa a nuestro sistema capitalista y por eso este tipo de noticias apenas tienen hueco en los medios de comunicación. Y como lo que no sale por la tele parece que no existe, no es de extrañar haya gente que piense que esta historia es ficticia y que Islandia sólo tiene volcanes de nombres raros.

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